"¡NO TENGÁIS MIEDO!
Una lágrima, una mirada, una
sonrisa, un abrazo, una sorpresa, una mano abierta, la alegría de un niño, la
música, la fuerza de la palabra… Probablemente, cuando vivimos un
acontecimiento intensamente, sea más importante el recuerdo de lo que hemos
sentido, vivencias que a modo de flashes han quedado asidas a nuestro corazón,
que el acto en sí. La forma más bella de medir lo que nos ocurre en la vida se
encuentra en el bien que nos ha hecho, el impacto que nos ha causado, el
estímulo que ha supuesto en nuestra vida.
¿Ha
sido “No tengáis miedo” solo un musical? Resulta inevitable destacar que
solamente la grandeza de Juan Pablo II,
de su vida y entrega a la Iglesia, conlleva que lo que se diga o se recree
sobre su persona consiga unos resultados extraordinarios. ¿Cómo no recordar su
infancia y juventud tan extremadamente difíciles? ¿Y sus palabras? En todos los
que tuvieron la fortuna de escucharlo de alguna forma vieron transformadas su
vidas: la fuerza del amor como único instrumento válido de lucha en nuestra
sociedad; la importancia de una buena educación en la que la fe y la razón no
están reñidas, sino que caminan en armonía como principal arma para transformar
el mundo; la total confianza en Dios… Todas estas ideas nos llegaban a través
de una música llena de matices que al mismo tiempo que provocaba el placer de
los sentidos podían motivar a la
oración.
Es
posible que mi visión, mi experiencia de esto se quedara corta si solo me
hubiera deleitado con el espectáculo, pero tuve la oportunidad de compartir
unas horas, de intercambiar impresiones con los que han hecho posible este
magnífico trabajo, y puedo decir que una vez más he visto el rostro de Dios. En
muchas ocasiones creemos que las grandes cosas están pensadas para los profesionales,
reservadas para los que tienen tiempo para ello y una vocación muy clara para
lograrlo ¿Será posible que estemos olvidando que Dios llama cada día, cada
instante a hacer “grandes cosas” para las que incluso no creíamos estar
preparados? Es una reflexión que, al día siguiente de haber disfrutado del
musical, no se aleja de mi mente. Este grupo de cien personas, entre las que
predominan los jóvenes, pero en el que también encontramos mayores y niños, ha
resultado una acuarela maravillosa pintada por Dios. Ninguno es experto en
estas artes, es un conjunto de vidas anónimas que han trascendido con esta
obra, personas que comparten una misma fe y que abandonan en Dios el resultado
de su esfuerzo. Estos cristianos se alejan muchos fines de semana su tierra,
hacen su maleta y olvidan su merecido descanso por llevar a otros la vida y la
palabra del Papa Juan Pablo II. Podría hablar aquí de la calidad de sus voces,
del trabajado guión… todo ello es digno de alabanza, pero me quedo con algo más
importante: con su grandeza humana que nos llama a ser cristianos
comprometidos, a llenar a la Iglesia de
vida, a escuchar la llamada de Dios.
Gracias
amigos de Cuenca, gracias porque junto a vosotros hemos tenido un encuentro con
Dios. “No dejéis de creer, no paréis de crear”. Nuestro aplauso más agradecido
a Dios, que una vez más nos regala todo su AMOR".
Esto ratifica lo que dije en otro post: todo es obra de Dios y solo a El le debemos dar gracias por poder ser instrumentos suyos, por poder llevar Su mensaje de esta manera.
ResponderEliminarIMPRESIONANTEE!!!
ResponderEliminarCUANTO BIEN ESTÁ HACIENDO ESTE MUSICAL, EN ESTE ARTÍCULO SE PUEDE COMPROBAR.
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